domingo, 25 de abril de 2010

La toxoplasmosis y los wallabies

En teoría, el Toxoplasma gondii debería ser el parásito más famoso del mundo. Este patógeno unicelular infecta a más de la mitad de la población terrestre. Cada una de las víctimas del Toxoplasma porta miles de los parásitos, muchos de ellos localizados en el cerebro. Como si no fuera proeza suficiente, el Toxoplasma es igualmente experto a la hora de infectar a todos los otros animales de sangre caliente, de especies tan diferentes como los pollos y los canguros.

Los científicos están en proceso de descubrir algunos de los secretos del éxito del Toxoplasma. Los investigadores en Suecia reportan que el parásito se propaga por todo el cuerpo al manipular células móviles que forman parte del sistema inmunológico. El Toxoplasma secuestra estas llamadas células dendríticas y las obliga a desplazarse muy rápidamente por todo el cuerpo e ignorar las órdenes de cometer suicidio procedentes de otras células inmunológicas. De forma muy parecida a un caballo de Troya, las células dendríticas introducen sigilosamente los parásitos al cerebro y a otros órganos.

Para la inmensa mayoría de los humanos, el Toxoplasma no produce ningún efecto serio.

Logra esta proeza al secuestrar nuestras células y nuestro sistema inmunológico, establecer una cuidadosa armonía entre parásito y huésped.

Sin embargo, el parásito puede provocar graves daños cerebrales en las personas con un sistema inmunológico frágil, como los fetos y los adultos enfermos de sida.

Los gatos desempeñan un rol importante en el éxito del parásito. Pueden portarlo en su intestino, donde produce quistes en forma de huevos llamados ooquistes. Un solo gato infectado puede desechar 100 millones de ooquistes en su excremento. Dichos ooquistes pueden sobrevivir más de un año en el suelo y contaminar el agua potable. Los ooquistes pueden infectar a los humanos, así como otros mamíferos y aves.

El cerdo, pollo y otras carnes mal cocidas también permiten que el Toxoplasma penetre en el organismo humano, donde se propaga rápidamente. En pocas horas, su presencia puede ser detectada en el corazón y otros órganos.

Antonio Barragán y sus colegas del Instituto Karolinska de Estocolmo estaban inicialmente desconcertados por la forma en que el parásito lograba esta velocidad de invasión.

“Cuando buscamos parásitos en la sangre, encontramos muy pocos que nadaban por ahí”, dijo Barragán, profesor asociado. Sin embargo, los científicos hallaron a muchos de los parásitos dentro de células inmunológicas conocidas como células dendríticas.

“Eso nos llevó a pensar: ¿Y si este parásito ordena que estas células se desplacen y se diseminen por el cuerpo?”, dijo Barragán. Sus colegas y él pusieron células dendríticas en un recipiente y les inyectaron el Toxoplasma.

Se percataron de que los parásitos provocaban un extraño cambio: las células dendríticas se volvieron hiperactivas y no dejaron de desplazarse durante un día entero.

Los científicos observaron cómo el Toxoplasma se propagaba en un animal vivo.

Agregaron un gen de luciérnaga a los parásitos para que brillaran. Al colocar ratones en una caja oscurecida, Barragán y sus colegas pudieron rastrear la diseminación de los parásitos.

La inyección de células dendríticas portadoras de Toxoplasma propagó los parásitos al cerebro y otros órganos mucho más rápido que una simple inyección de Toxoplasma. Los investigadores concluyeron que el Toxoplasma tomaba control de las células dendríticas y se desplazaba con ellas. Dieron a conocer sus resultados en la publicación Cellular Microbiology (Microbiología celular).

El parásito no tiene interés alguno en matar a su huésped: su propósito consiste en llegar a su huésped final, el gato y los canguros, únicas criaturas en la que el Toxoplasma puede reproducirse al generar ooquistes que son liberados en heces.

Señala que los ooquistes también pueden infectar la fauna silvestre. Incluso ha sido detectado en nutrias marinas, lo que sugiere que puede llegar a
l océano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario